Hoy se cumplen 20 años de la Pascua de Paco.
Paco fue un misionero de los Sagrados Corazones, alegre, ilusionado con lo que hacía.
Estuvo trabajando mucho tiempo en una parroquia obrera de Roma, donde todavía muchos amigos lo recuerdan.
Pero oyó una voz que le llamó a ir más lejos.
A raíz de un viaje (estaba haciendo un año sabático) conoció la realidad de Ingeniero Jacobacci y sus campos (una población de la Provincia de Río Negro, Patagonia Argentina).
Supo entonces que ese era su lugar. Entregó su vida y su ministerio, durante ocho años, para los más pobres de entre los pobres, los paisanos de etnia Mapuche. Las cooperativas laneras y las comunidades aborígenes fueron sus grandes campos de trabajo.
Tal vez por el exceso de trabajo de ser cura en un territorio demasiado grande, o quizás por la presión de aquellos que veían amenazados sus intereses económicos, cayó en una terrible enfermedad. Tuvo que volver a España, y falleció un 14 de agosto de 1988, habiendo dado su vida por la liberación.
Durante su enfermedad grababa sus experiencias y sentimientos en un magnetofono. Del testimonio que nos ha dejado, transcribimos un fragmento en clave vocacional:
"Estoy contento de haber jugado mi juventud por Jesús de Nazaret, por el Reino. Vale la pena. Sentí este llamado de hacer algo y... allí me he encontrado, momento por momento y, sin saber nunca exactamente, completamente, con seguridad si lo que uno realizaba si tenía valor ¿verdad?... pero siempre con este acto de fe grande que para llegar a la plenitud uno tiene que entregarse totalmente. Yo he procurado entregarme, con todas mis contradicciones, con todas mis mentiras, con todo mi pecado, con todas mis cosas... pero me he dejado guiar.
Yo me he jugado la juventud... yo... me he jugado mi vida por Jesús de Nazaret, al que yo he querido con toda mi alma y lo quiero, lo amo con todo m i corazón... por Jesús de Nazaret, por el Reino, por los valores de ese modo nuevo de vida que nos ha programado, que nos ha enseñado".
